El sábado M. y yo fuimos hasta Sevilla para dejar a
Panda con sus nuevos papás.
Fue un viaje agridulce... Pero sé que Panda está bien, y Sevilla es preciosa, así que supongo que ha merecido la pena.
Esa noche fuimos al centro con Armando; callejeamos un poco, tomamos unos vinos de fresa y unos montaditos de lomo y de pringá, fuimos a una tetería y la lluvia nos empapó de pies a cabeza, pero no hacía ni un poco de frío...
Más tarde, en casa, me dio la llantina pensando en el perro... Pero todo pasa.
Aquí os dejo algunas fotos de la Sevilla nocturna.