El otro día, a través de Facebook, di con estos vídeos de cámara oculta para Showmatch. En ellos, un fantástico equipo técnico y de actores, simulan un vuelo en el que todo sale mal. Y, como siempre ocurre en estos casos, un inocente sufre un mal rato para que el resto nos partamos de la risa.
Os dejo con uno de ellos, aunque se pueden ver varios:
Dejando de lado que se trata de una broma y que aquí "la víctima" es un pasajero, si lo miráis desde el punto de vista de un tcp (los pasajeros pesados, los quejicas, los miedosos, los controles de seguridad, el mal tiempo, los imprevistos...) ¡a nosotros nos hacen "la inocentada" a diario! :o)
Más tarde, ese mismo día, un amigo me pasó este enlace por Twitter:
Quizá ya lo habréis visto, pero igualmente quería compartirlo porque es como un sueño para mí.
Vamos, que sueño con que me toque un día la euromillonaria sólo para permitirme hacer cosas como ésta (en lo que tarden en despedirme) :op
Y bueno, estamos en plena temporada alta, así que, tanto si eres pasajero como -y sobre todo- si eres tcp, nos quedan dos o tres meses de "inocentadas" diarias... Menos mal que este año fui precavida y me cogí las vacaciones en junio para cargarme de energías antes de que la cosa se ponga turbulenta.
"... Y hoy vengo a enseñaros cómo se apaga el móvil. Esto es apagado. Esto, modo vuelo. Apagado. Modo vuelo. Apagado. Modo vuelo. No señor, eso no es apagado; es bloqueado. Señor, está encendido. Señor, lo estoy viendo. Señor, no lo guarde en su bolsillo, está encendido. Sí, señor, completamente apagado. Señor, tiene usted que dejar el botón superior pulsado durante unos segundos y después deslizar el dedo por la pantalla siguiendo la flecha. Señor, yo también tengo un iPhone. Señor... Gggrrrrrggrggrgrgr".
Hace unos meses, en Estados Unidos permitieron el uso de los aparatos electrónicos de pequeño tamaño durante todas las fases del vuelo. En Europa, como siempre hacen con todas las -dudosas- iniciativas americanas, les siguieron poco después. Así que los tcp's españoles esperábamos expectantes la llegada de la circular operativa de nuestra compañía que, finalmente, nos librara de participar a diario en la kafkiana escena descrita más arriba.
Recuerdo una pequeña conversación hace tiempo en Twitter con Rodrigo Cortés, en la que él se preguntaba si obligar a los pasajeros a apagar los dispositivos durante el despegue y aterrizaje nos producía a los auxiliares cierto "gustete". El gustete que nos produce, alegué yo, es directamente proporcional a lo apegado que esté el pasajero a su aparato. Por lo general, en una situación como la anterior, ver al pasajero que por fin apaga, produce un alivio sólo comparable a ir al baño tras una larga cola en el servicio de mujeres de un bar cualquiera después de haber ingerido mucha cerveza. Es decir, mucho.
Veréis; poco antes de despegar y aterrizar, los tcp's tenemos que asegurar la cabina. Para aquellos que no voláis, esto significa comprobar que la cabina y los pasajeros cumplen con una serie de requisitos para garantizar la seguridad durante esas delicadas fases del vuelo. Esto es, abrocharse el cinturón, despejar los pasillos y salidas de equipaje, cerrar las mesitas... Y apagar los aparatos electrónicos. No son ganas de imponerse. No son ganas de joder. No es por el gustete. Es, simplemente, la parte más impopular -pero todavía obligatoria- de nuestro trabajo.
Imaginemos un aterrizaje cualquiera. Unos diez minutos antes, los pilotos encienden la señal de cinturones. Se efectúa el anuncio al pasaje, nos ponemos las americanas, nos pintamos los morros, nos atusamos el pelo, nos bañamos en Nenuco, adoptamos la pose digna y salimos al ruedo. En cada vuelo, sin falta, nos vamos a encontrar mínimo con una de las siguientes situaciones, os lo prometo:
"Disculpe, señora, el móvil debe estar apagado para aterrizar". "Sí, sí claro". Y lo apaga. Y, cuando te das la vuelta, lo enciende otra vez.
"Perdone, por favor, apague el teléfono para el aterrizaje". "Ok". Y bloquea la pantalla. Esto es lo más habitual.
"Señor, por favor, apague el teléfono". "Está apagado". "¿Está apagado?" "Sí". Lo guarda en su bolsillo, molesto. Y no, no lo está.
"Por favor, el teléfono apagado para aterrizar". "Está apagado". "¿Está en modo vuelo?" "Sí" "Pues apáguelo, por favor". Cara de póquer, porque no entiende la diferencia entre apagado y modo vuelo. Aquí se te van unos 3 minutos.
Ante la situación anterior, pasajero que exclama: "qué gilipollez", o "qué pesada", o "ya están tocando los c******" o [inserte aquí su insulto favorito]. Aquí, haces 3 respiraciones pausadamente, le recuerdas que son normas de la compañía y que no es necesario faltar al respeto. Pierdes 5 minutos y, si no pierdes también los nervios, ganas un punto de carisma.
Ante la situación anterior, pasajero que se niega. No, no y no. Vuela mucho, y es la primera vez que se lo dicen. En estos casos, pierdes 6 minutos, pero a cambio ganas dos canas nuevas.
"Perdone, tiene que apagar el móvil para aterrizar". El pasajero te mira y (ésta es mi favorita), llevado por no sé qué impulso primitivo, lentamente y sin dejar de mirarte PONE EL TELÉFONO BOCABAJO. Porque ojos que no ven, móvil que no emite.
"Disculpe, tiene que apagar el teléfono ya, vamos a aterrizar". "Estoy apagando". Y sigue jugando al Candy Crush.
"Perdone, apague el teléfono para aterrizar, por favor". "Está apagado" y te lo muestra con desdén. Y la pantalla, efectivamente, está negra. Pero entonces tú pulsas con maldad de tcp el botón de inicio (abajo, en el centro), y ¡sorpresa! No está apagado. "Apague, por favor". Y te maldicen en húngaro.
"Yo siempre lo llevo encendido y no pasa nada".
(Con los auriculares puestos) "Está apagado".
(Con el whatsapp) "Estoy apagando".
"Y por qué, y por qué, y por qué, y por qué, y qué tontería".
"Perdone, tiene que apagar el teléfono". Y entonces, sólo entonces, después de TODO el vuelo, lo pone en modo vuelo. Ahora. Para aterrizar. Y te mira en plan "¿contenta?". Y no.
Y así españoles y rusos y franceses y eslovacos y japoneses... Todos se hacen los suecos. De repente, nadie entiende el significado de la palabra OFF, y eso que la usan a diario para apagar sus teles.
Una vez una señora muy entrañable, cuando le indiqué que debía apagar el móvil para despegar, me dio una palmadita en la mano y me dijo: "No te preocupes, hija, si lo tengo puesto ya en modo vibración" Y me lo enseñó. Y era verdad. :))
Y lo mismo con los portátiles, y las tablets, y los iBooks, y los mp4 y mp3 (sí, aún los hay), y los ipods... Y qué queréis que os diga, anhelo, deseo fervientemente que llegue el día en que permitan todo eso en vuelo, que me ahorren tanto dolor de cabeza, que me eviten discusiones absurdas, insultos y malas caras, canas, urticaria y vejez prematura. Hasta lo he pedido a los Reyes Magos y a la Fontana di Trevi al lanzar la moneda. Y cada vez que me enfrento a una situación como las que os he descrito, respiro hondo y me digo entre suspiros "ya falta menos..."
Pero os aseguro que el día que todo esto sea sólo una anécdota del pasado, lo veremos con nostalgia y hasta lo echaremos de menos. Al fin y al cabo... ¿Qué sería de nuestra profesión, si no fuera por estos ratitos? :o)
Buenas tardes y buenos vuelos.
(Esta entrada está dedicada a Carmen, que sé que la espera. Y a Kels, que sé que la necesita).
Una vez os comenté que la gente que nos dedicamos a la aviación, tenemos tendencia a inventar ciertas palabrillas referentes a diversos aspectos de nuestra profesión.
En otra ocasión, os hablé de cómo la mayoría de nosotros firma unas condiciones de "movilidad geográfica" que nos hacen, a menudo, vivir y trabajar lejos de familiares y amigos.
Pues bien, hoy quería contaros un poco qué es lo que pasa cuando estas dos circunstancias se unen: el balseo.
Balseo, del verbo balsear: dícese de la acción de volar contínuamente, generalmente en calidad de extracrew*, entre la ciudad en la que uno tiene base (entiéndase, donde trabaja regularmente) y la ciudad o ciudades en las que vive (el tripulante, su pareja, su familia y/o sus amigos).
Para ser considerado balseo y no un vuelo simple, éste ha de producirse un mínimo de dos veces al mes (dos idas y dos vueltas), pudiendo llegar a darse en cada descanso del tripulante, y habiendo casos (balseo extremo) de ida/vuelta en un mismo día (Ej. Un compañero que balseó Barcelona-Tenerife por la mañana, comió con su madre, y volvió por la tarde). Cualquier momento es bueno, ya que todos los balseros se rigen por la máxima: no dejes para mañana lo que puedas balsear hoy.
Así, no es raro ver, al llegar a trabajar, a alguna compañera acarreando dos maletas. Entonces la miras interrogante y lees la respuesta en su mirada: "Es que después me quiero ir a casa..." Aaah. Y todos la miramos con una mezcla de comprensión y lástima: otra víctima. Y como el vuelo va algo retrasado, se pasará el día en un sin vivir ante la posibilidad de no llegar a tiempo a su cita semanal con la balsa.
Podemos encontrar balseros en todos los aeropuertos conocidos, algunos más arriesgados que otros, siendo los más habituales Palma o Madrid. (Este último caso se considera un punto caliente de balseo, o zona extrema, en el que se conocen casos de vuelos con más extras que pasajeros).
El verbo balsear se conjuga así:
Yo me presento
Tú preguntas
Él me acepta
Nosotros agradecemos
Vosotros nos lleváis
Ellos no se enteran.
Aunque, claro está, existen variantes no deseadas en las que es mejor no extenderme.
Un aspecto curioso del balseo es observar que, pese a lo agotador que supone estar todo el día metido dentro de la lata de sardinas que viene siendo un avión, su frecuencia no disminuye con el tiempo, sino que se incrementa, de modo que familiares y amigos le ponen un poco de cara al asunto y empiezan a considerar normal que uno acabe cogiendo un vuelo como el que coge el coche. Y no quisiera con esto criticar la cómoda inercia de los seres queridos de los tripulantes, Dios me libre, bastante sufren ellos las consecuencias de esta loca profesión nuestra... Simplemente hacer un pequeño recordatorio y animarles humildemente a que, de vez en cuando, sean ellos quienes muevan un poco el culo.
Y hoy es viernes... Que tengáis un buen balseo :o)
*Extracrew: tripulante autorizado por el comandante de la aeronave para viajar sin prestar servicio en el vuelo (salvo requerimientos especiales por emergencia). O, en otras palabras, por toda la cara. (ilustración de Ciia).
En entradas anteriores os comenté que me iba 4 días a París de destacamento. Ha sido mi sexta vez en la ciudad de la luz... En esta ocasión, sin embargo, me lleve a D. conmigo, para que pudiera disfrutar como regalo de cumpleaños de la que es, sin duda alguna, mi ciudad favorita. Además, nunca había estado allí en estas fechas tan especiales, y he de decir que, pese a que he cogido la gripe y pasado mucho frío (ha hecho un tiempo del diablo), ha sido una experiencia inolvidable, puesto que la ciudad está realmente preciosa en Navidad.
Aquí os dejo mis fotos, y también algunas de las que ha hecho D. Espero que os gusten y que os animéis a visitar París a finales del año que viene, si tenéis ocasión. ¡Os aseguro que no os arrepentiréis! ;-)
Durante nuestra estancia, aproveché para pasear por los mercadillos navideños y comprarme un gorrito y un atrapasueños precioso, recorrimos el "barrio de Amelie", con sus escaleras, sus artistas y su molino rojo, D. bebió vino caliente y visitó la tumba de su ídolo, Jim Morrison y la librería Shakespeare &; Co., la pista de patinaje, Trocadero y el Louvre.
Y bueno, encontré unos antigripales maravillosos en una farmacia cerca de Notre Dame, estornudé aquí y allá y lloré mucho por el ojo izquierdo. Comimos croissant y crepes y chocolat chaud a precio de oro y, por supuesto, discutimos -cariñosamente- a cerca de las fotos (porque no todo va a ser bonito, ni siquiera en París).
Pero, sobre todo, dimos al 2012 la despedida que se merece.
Y vosotros, ¿cómo habéis pasado los últimos días del año?
El otro día tuve una presentación muy importante en la oficina. Allí, entre los nervios, el estrés y la privación de sueño, alguien me recordó los fantásticos vídeos de Pam Ann. (gracias)
Para aquéllos lectores que no sois parte del mundo de la aviación, os diré que Pam Ann es una genial humorista que hace unas satíricas "performances" sobre los auxiliares de vuelo que me hacen reir mucho. Pero MUCHO.
Aquí os dejo con dos de mis favoritas. Espero que, en medio de vuestros agobios y privaciones particulares, os diviertan y entretengan, al menos, durante un rato.
Siempre he tenido suerte con las tripulaciones que me han tocado en los destacamentos... Con más o menos conexión entre nosotros, siempre ha sido una experiencia agradable. En esta ocasión, sin embargo, ha sido diferente... Supongo que, de vez en cuando, los astros se alinean y, sin que haya ninguna razón especial, lo que empieza siendo una estancia de cuatro días en una ciudad extranjera por trabajo, se acaba convirtiendo en algo muy especial; como un campamento de verano. Algo que recordaremos siempre, siempre, con mucho cariño. (Y que tenemos toda la intención -y esperanza- de poder repetir alguna vez).
Estas son las fotos de mi último destacamento, hace escasos días, en Roma. Pero no las fotos de la ciudad, que son las mismas que podríais ver en cualquier parte... Sino las fotos de la tripulación. Las fotos de Fatima y su tripu :-)