Porque llegas pasadas las 15:30 y te reciben con amabilidad no fingida, y con un "por supuesto que podéis comer".
Porque te tratan como si estuvieras en casa.
Porque son rápidos, aunque tengan el comedor lleno.
Por las patatas bravas.
Porque toda la comida está muy buena, y no es cara.
El domingo comimos allí y, seguramente, volveremos. Porque las apariencias, engañan.
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