No todo en mi trabajo es duro y/o desagradable.
A veces, un pasajero te observa mientras trabajas; mientras tratas con infinita paciencia a esos padres negligentes y a su hija histérica; a ese señor maleducado, o a la señora impertinente.
Te observa y, entonces, al final del vuelo, se acerca a ti y te dice: "Toma, por tu trabajo". Y te tiende un llavero como el que veis arriba. Y tú no puedes aceptar propinas, ni regalos, pero te parece tan tierno el gesto (y tan mono el llavero) que lo aceptas y ya no dejas de sonreir en todo el día.
Bueno, sonreir sonríes de todas formas, pero ahora lo haces con ganas.
En otro orden de cosas, hoy he descubierto cómo puedes ir a trabajar descansada en tu primer día de trabajo de la semana, y volver como si fuera el 5º: sólo tienes que salir con una hora de retraso y conseguir llegar, al final del día, 5 minutos antes de la hora prevista. Ah, todo eso, con un cambio de avión de por medio y los todos vuelos llenos.
Ya es domingo.
Mañana viene M.
Eso también me hace sonreir con ganas.
:-)
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