Si hay algo bueno en nuestra profesión, es que uno tiene amigos repartidos por todo el globo. Y, si hay algo malo, es precisamente lo mismo. Así pues, es complicado celebrar cuando el día de tu cumpleaños tienes que volar por la tarde, tienes que ir a una reunión por la mañana y acercarte a la oficina a mediodía. Y, por si fuera poco, el día antes estás de imaginaria, por lo que organizar una cena con tiempo para los cuatro amigos que tienes en la ciudad (y que no tienen incompatibilidad horaria) es tarea imposible.
Como la desesperación no va conmigo, y las fiestas sí, aproveché la tarde de guardia para decorar la casa de los pájaros con mi inseparable compi de piso D. (y jugar un poquito con los globos) :o)
... y hacer un tiramisú y algunas cosillas para cenar. Y cuando la imaginaria acabó, cenamos, hicimos una fiestecilla para 3 gatos y soplé a medianoche 7 velitas de la suerte sobre el tiramisú (espolvoreando al soplar todo el chocolate por el mantel blanco, porque si no hay mancha, no hay fiesta) :-)
Y me cantaron eso de "cumpleaños feliz, tócate la nariz... Y qué iba a hacer, tocarla:
Y por último hicimos mojitos, aunque no fuimos capaces de picar el hielo :-D
Aquí os dejo un pequeño vídeo tonto de Vine que me hicieron mientras soplaba las velas:
El primero fue sorpresa: cuando desperté de la siesta me esperaban en el comedor con una tarta y el mejor regalo de cumpleaños del mundo (que desvelaré a su debido momento), que casi lloro cuando abro ;-)
El regalo es ese papelito.
(Querida familia; perdonadme esta foto -yo soy la primera perjudicada-.
Querida gente; ignorad mi pijama, las fotos familiares de encima del espejo y la decoración barroca de mi madre.
Querida mamá; ignora estos comentarios...)
(Gracias a todos los que habéis tenido un ratito (o un ratazo) para celebrar conmigo mi cumpleaños. Y es que veréis, los cumpleaños son una de mis celebraciones favoritas, porque me recuerdan que estoy viva. Y que me dediquéis vuestro cariño y vuestro tiempo (incluso en la distancia), es la mejor forma de celebrarlo y el mejor regalo, porque me recuerdan mis razones para vivir. Gracias otra vez. Ha sido un cumpleaños maravilloso).
Ah, casi se me olvida... ¡feliz lunes! :-)
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