Normalmente la lluvia la anuncian rayos o truenos. En mi casa, además, la anuncia mi madre, que entra de repente por la puerta de la habitación frotándose frenéticamente las manos y, con los dientes apretados en una mueca de esfuerzo, masculla "¡la que está cayendo!", con una mezcla de excitación y sorpresa. Siempre el mismo ritual lluvioso. Ritual que, además, se transmite de generación en generación.
En fin, que hoy estoy feliz. He sacado del armario el paraguas y mis botas y hemos dado un paseo. Además, hemos ido a encargar una cosita que tenemos pensada para nuestro aniversario (¡11 años!) que me hace mucha ilusión y, por si fuera poco, al llegar a casa coqui coqui esperaba en la ventana con los pies mojados. Se me ha subido en el regazo, y me ha dado tanto cariño inesperado (coqui coqui es un gato extremadamente independiente) que ni siquiera me ha importado que me haya llenado el pantalón de barro. Luego me ha mordido la barbilla (le encanta hacer eso) a modo de despedida y se ha vuelto a ir por donde ha venido.
Feliz Marzo.
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