Por la tarde fuimos a Bélem, y es increíble lo mucho que cambió el día en un trayecto de tren de diez minutos... Cuando nos bajamos, se había nublado y hacía tanto frío que tuvimos que entrar en una tiendecilla para comprarme una rebeca. Y es que en el puerto fluvial, el aire se notaba...
Entramos en el monasterio de los Jerónimos y vimos las tumbas de los descubridores...
Nos comimos unas tostadas típicas portuguesas (son un poco más gruesas y más jugosas que en España) y compramos unos deliciosos pastelitos en la clásica pastelería de Bélem...
Y paseamos por el puerto fluvial, con su pequeño faro, su torre y su monumento a los descubridores.
Llegamos al hotel rendidos...
Eso sí, al día siguiente cogimos el tren rumbo a Sintra de todas maneras :-)
(Feliz fin de semana)
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