The Straight Story (Una historia verdadera)

Resulta frustrante estar delante de una página en blanco sin saber qué o cómo escribir algo que realmente haga justicia a la película que acabas de ver. Resulta frustrante, pero es, al mismo tiempo, maravilloso. Maravilloso, sencillamente, porque ocurre muy pocas veces en la vida. Es casi como enamorarse: Estás frente a la persona que quieres, sintiendo tantas cosas y sin poder explicar ninguna. Bien, yo estoy enamorada de esta película.
The Straight Story es una película firme y sencilla, como su título. Como su protagonista. Una película tierna y francamente hermosa.
David Lynch abandona su habitual mundo oscuro, decadente e hipnótico para mostrarnos la otra cara de una misma América; una América amable, hospitalaria y de gustos sencillos que, no por ello, es incompatible con la América decadente de sus otras películas. Una América que sufre, pero sin quejarse demasiado. Sufre callada, discreta, mientras todo el dolor parece disolverse en el sabio, lento e inexorable transcurrir del tiempo. Y la vida sigue adelante, implacable, exactamente igual que la pequeña máquina cortacesped.
Pese a todo, no te llegas a olvidar de que estás viendo una película de Lynch; su marca personal está muy presente en el comienzo, en la mujer de los ciervos, en los mecánicos gemelos... En su particular visión del mundo, David Lynch crea una atmósfera que se puede respirar, solo que, en esta ocasión, el aire huele a limpio.